domingo, 8 de junio de 2014

3. Un largo viaje. El comienzo.

El sol brillaba esa mañana como nunca antes lo había hecho, los dioses debían de estar felices. Los pájaros cantaban, los arboles coloridos brillaban como nunca, el mundo sabía muy bien que Rena había llegado.
Todo parecía tan tranquilo aquella mañana, hacía tiempo que no se veía a Teirak tan bonita.


Kit estaba apoyado en la ventana, preparado y ansioso por empezar aquella aventura, el sol hoy parecía brillar para él, por fin saldría del templo, conocería mundo, vería cosas que nunca antes había visto y que probablemente si volvía a ese templo, no volvería a ver. No era un buen aprendiz a sacerdote, ni quería serlo.


O eso pensaba él.

Rena entró en la habitación de este, ella también estaba preparada.

-          ¿No llevas mochila?- pregunto Kit viendo lo ligera que se movía la joven.

-          Solo necesitare esta túnica roja oscura que Barbará me ha dejado de repuesto por si se me estropea la que llevo puesta, guárdamela.- Dijo dejando la prenda sobre la cama. Kit miró molesto la túnica, ¿Qué se creía que era su mula? ¿la cual tenía que llevar sus trapitos para que ella fuese cómoda?.

-          ¿Qué pasa? ¿no la puedes llevar tú?, ¿tanto te molesta?.-  Se quejo resentido al sentirse desvalorizado.

-          Yo llevaré la espada que futuramente te salvará muchas veces la vida, cuando pasemos por la aldea pararemos en su mercado y la compraremos. Así que no me chistes.- Rena decía sus palabras casi sin inmutarse, cortantes y fieras como cuchillos.

Kit decidió no contestar y colocándose su mochila al hombro dijo:

-          ¿Nos vamos?.

Kit y Rena iban a salir por la puerta cuando Barbará corrió hacía ellos para despedirse, abrazo a Kit con todo su cariño y al oído le susurro que llegase sano y salvo, y seguidamente se acercó a Rena y la ofreció un saquito de tela negro.

-          ¿Qué es esto Barbará? – preguntó mirando la bolsita que esta llevaba en la mano.

-          Monedas –  le aclaró-  para que compres todo lo que necesites en la aldea,  las necesitarás Rena.

-          Muchas gracias.- Rena cogió las monedas, en otros momentos las hubiera rechazado, pero la sacerdotisa llevaba razón, las iba a necesitar.

-          Cuídate Barbará – dijo Kit dando un último abrazo a su maestra. Le entristecía dejar a aquella mujer sola e indefensa en el templo, pero él tenía ahora otras ocupaciones.

-          Lo haré.- La última imagen que se llevó de ella fue su sonrisa.

 

 

Ambos salieron por la puerta del templo y cogieron el camino que se dirigía a la aldea más cercana a este.

Hablaron durante el camino, Rena le contó sus sentimientos, como se sentía en este mundo en el que ahora estaba. Desconocido para ella. Kit le contó sus dudas sobre ser sacerdote o no, si estaría preparado para ello, o si tal vez dejarlo sería lo mejor. Ella ya conocía esas dudas, no eran una sorpresa y él durante este viaje tendría mucho tiempo para pensar.

El camino se hizo corto gracias a las largas charlas que mantuvieron, las cuales acercaron más a los dos jóvenes, haciendo que tuvieran una amistad más profunda, una amistad que ninguno de los dos jamás olvidaría. Porque cuando dos caminos aparentemente paralelos se juntan, de ahí, solo puede surgir algo maravilloso.

Llegaron a la aldea,  la cual era sencillamente preciosa. Habitada por personas humildes, las cuales les miraban con curiosidad al pasar, desde luego no pasaban desapercibidos.

Caminaban por un suelo de piedra grisácea. Este se denominaba calzada Terakiense y estaba formada por gruesas piedras por las cuales caballos, aldeanos, y mulas transportaban sus productos por la aldea puramente comercial, rodeada de casas del mismo material que la calzada y de techos negros como el cabello de Rena, y a unos metros de ellos ya se apreciaba el mercadillo donde ambos comprarían aquello que más necesitaban en aquel momento, armas.

Rena miraba el mercado con curiosidad, acariciándose la barbilla, estaba pensando que debía de comprar para su trayecto y que era lo que ella realmente necesitaba. “Compraré una espada´´- pensó. Los dioses la habían advertido de que tenía un don con ella y no pensaba desaprovecharlo, compraría un arma de filo cortante con la que pudiese atacar al enemigo si lo necesitaba y si era así, no dudaría en hacerlo.

-          ¿Necesitas algo?- preguntó la joven intentando repartir el dinero que la sacerdotisa le había entregado también para las necesidades de su amigo.

-          No necesito nada Rena, yo estoy aquí para acompañarte y todo lo que necesito lo tengo aquí- dijo señalando la mochila de cuero marrón que llevaba cargada a la espalda, encima de esa túnica que el joven siempre llevaba.

-          Kit… se que crees que llevas la razón, comprendo cómo funciona tu cabeza, conozco tus pensamientos y tu personalidad y sé que en tu carácter no está el ir armado y aunque espero que no necesites lo que te quiero comprar, debo hacerlo por tu seguridad- la joven intentaba hacerle razonar, se sentiría mejor si sabía que él iba armado.

Kit no rechistó, algo sorprendente para Rena, si todos los comportamientos anteriores del joven no le habían sorprendido, este le había dejado con la boca abierta, era un cambio totalmente nuevo.

El joven al ver que su amiga fijaba sus ojos en un puesto de armas prefirió evitar el lugar e ir a ver otros puestos más tentadores para él. Aceptaría llevar un arma en su mochila, pero no a estar media hora en un puesto lleno de armas hasta que Rena se decidiera cual sería.

-          Veo que ya has visto la herrería, en ese caso Rena, preferiría irme a ver otros puestos, entiendo que a ti te apasione este mundo, pero yo… aún tengo que acostumbrarme a él, tengo que acostumbrarme a que ahora una espada será mi aliada en vez de mi enemiga- el joven sintió un escalofrió al recordar aquella vez que los caballeros oscuros de Arsen entraron armados hasta los dientes y saquearon su templo. Todo aquello que no habían necesitado, lo habían destruido con sus espadas. Sentía miedo tan solo con recordarlo. Desde entonces había temido volver a verlas, porque eso significaba  verles a ellos.

Rena asintió con la miraba, comprendía cómo se sentía y no forzaría a su amigo a que la acompañase a un lugar donde realmente no deseaba ir.

-          Entonces te veo dentro de media hora en la torre del pueblo- dijo señalando una pequeña torre de roca a juego con la calzada.

     -     No te retrases.
Una vez se despidió de Kit, se acercó a aquel puesto del mercado donde un herrero grande y robusto, tallaba espadas con sus enormes manos aparentemente duras como una roca. Las golpeaba con su martillo haciendo con ellas todo lo que le venía en gana, las moldeaba como quería. Rena acariciaba las espadas con sus dedos según pasaba por el puesto para acercarse cada vez más al herrero mientras examinaba los filos de cada una de ellas.

El herrero se giró al notar una presencia en el puesto donde él trabajaba. Estaba encharcado en sudor por el esfuerzo y sostenía en la mano una preciosa espada recién tallada de empuñadura dorada.

-          ¿Que necesitas joven?- Dijo aquel hombre acercándose a ella mientras secaba el sudor que chorreaba por su frente.

-          Una espada, la mejor que tengas- se quedó en silencio mientras observaba la extensa cantidad de estas que había colocadas a su alrededor en estanterías de madera.- la quiero afilada, cortante y ligera, quiero una espada letal.

-          ¡Valla mujer!, ¡cuánta decisión!- se giró hacia las estanterías buscando en ellas espadas que coincidiera con el tipo de arma que había descrito la joven y cogió una de ellas, totalmente plateada y con el símbolo de un león en el mango- Antes de nada has de saber que ninguna espada es letal si no está en las manos de aquel que sabe utilizarla. Ninguna espada es letal, si letal no es su dueño- El herrero la entregó la espada en la mano para que pudiese comprobar su ligereza.

Rena comprendía muy bien lo que aquel hombre la quería decir.

-          No me convence, tantos detalles en la empuñadura la hacen más pesada de lo que debería ser.- dejo la espada en la mesa y esperó a que el herrero que se había girado y ahora miraba de nuevo las estanterías la entregase otra.

-          Estas tres espadas son de las mejores que tengo, yo mismo las diseñé, las utilizan en el coliseo de Glador, que esta en un pueblo cercano. El gladiador Dennis va armado con muchas de mis armas, soy el mejor herrero de la zona- señaló orgulloso de ello.

Ignorando las demás palabras del herrero, respondió solo a aquellas que a ella la interesaban.

-          ¿Quién es el gladiador Dennis?, pareces orgulloso de que concretamente él lleve una de tus espadas.

-          Y es que lo estoy.  Dennis es el mejor gladiador de todo el coliseo, vence a todos aquellos que se atreven a enfrentarse a él, es rudo con la espada. – Hizo una pausa intentando averiguar los pensamientos de Rena que ahora estaba quieta y concentrada en las armas que tenía en la mesa. –Y no solo es un gladiador, Dennis fue el hijo de nuestro anterior Rey Alexander, tras la muerte de este cuando él tenía 15 años, Arsen se encargó de él. No tenía a nadie más, su madre murió en el parto y ahora su padre ya no estaba con vida, completamente solo en este mundo de perros. El rey Arsen decidió dejar que viviese con él en el castillo una vez que obtuvo el trono de su padre, pero cuando Dennis tubo 16 años, Arsen con la escusa de que aquel joven supuestamente había intentado asesinarlo mientras dormía, lo mando a una vida llena de dolor y sangre donde su día a día sería una continua lucha contra la muerte. Hoy en día Dennis tiene 30 años y sigue luchando por sobrevivir.

Rena no había parado de escuchar detenidamente al herrero desde que aquel hombre había nombrado que Dennis el gladiador, era el hijo del antiguo Rey Alexander, aquel que había mantenido preciosa y verde a Teirak antes de que Arsen obtuviera su trono.

-          ¿Qué quieres decir con “supuestamente´´?- Pregunto Rena entrecerrando sus ojos ,aquel hombre seguramente estaba en contra de Arsen pues dudaba de su palabra.

-          Lo siento, no puedo contarte más, no puedo permitirme  dudar de las palabras de Arsen. Por aquí pasan a menudo caballeros oscuros, así los llamamos  y la verdad es que no quiero que ninguno de ellos me corte la cabeza por traidor. Aquí se juzga muy fácilmente a la gente y suele ser de una manera injusta.

Para no poder contar nada, aquel herrero se lo estaba contando todo. Cosas que hacían que Rena modificase su trayecto para hacer una pequeña visita a aquel gladiador que tanto admiraba aquel hombre.

-          ¿Sabes?, después de mencionar que es el mejor gladiador del coliseo no puedo evitar preguntarte cómo puedo conseguir verle, sería un honor para mí. – Intentaba disimular, no quería que aquel hombre se negase a decírselo si revelaba sus verdaderas intenciones y no quería mencionar donde tenía pensado ir a nadie más. Aquel hombre había confiado en ella y ella intentaría confiar en él.

-          Valla, si que te gusta el mundo de la lucha joven. Mañana de madrugada tendrá una lucha a muerte, puedes ir y observarle desde las gradas, te encantará.

No la gustaban las luchas provocadas sencillamente por entretenimiento y diversión para aquellos que acudían a verlas, pero tendría que hacer tripas corazón y sentarse en el mismo lugar donde aquellos idiotas observaban divertidos como dos hombres se jugaban la vida, y después del combate, entraría a escondidas en los sótanos del coliseo para hablar con él sobre su pasado, si era hijo del Rey Alexander y por sus venas correría la misma sangre azul que había corrido por las de su padre, aquel hombre tendría un gran corazón y su intuición hacia que no dudase de ello.

Quería saber toda la historia sobre como Arsen llegó al trono, ya que esta no había salido a la luz, y si Dennis tenía esa información, necesitaba oírla.

-          Volviendo al tema de la espada, estas tres no me convencen- Apartó la mirada del herrero y ojeó su alrededor buscando una espada que realmente la gustase. Entonces la vio, una espada brillante, fina y afilada, con un mango dorado con detalles plateados que la hacían destacar de las demás. Cuando el herrero calló en donde tenía puesta la atención la semidiosa, se acercó a donde se encontraba la espada y se la entregó en la mano.

-          Preciosa, ¿no crees?.

-          No solo es preciosa, sino que también es ligera, elegante y fácil de manejar- Era todo lo que ella necesitaba. Volvió a poner la atención en el mango, tenía inscrito unas palabras antiguas teirakienses que ella no alcanzaba a entender, menos una de ellas que reconoció a la primera, Rena. Eso ponía el mango de aquella preciosa espada. - ¿Rena?, ¿Por qué pone Rena?

El herrero se echo a reír.

-          Veo que no controlas el antiguo lenguaje de Teirak, Rena significa paz y la inscripción de la espada se traduce como: Sembrarás la paz y no la guerra.

-          Curiosa inscripción para una espada propia de un mundo tan sanguinario como este, no debe de pasar desapercibida.- Sus palabras fueron interrumpidas por la risa del herrero.

-          Entonces va a juego contigo. – concluyó el hombre.

Rena sonrió, aquel herrero llevaba razón y ella a pesar de las muertes que posiblemente ocasionaría, cumpliría con la frase inscrita en aquella espada. Sembraría la paz como que se llamaba Rena.

-          ¡Me la llevo! – el herrero se limitó a recoger la espada y envainarla en una funda que el mismo había hecho, la cual estaba cosida a un cinturón, que la joven debería llevar en su cintura.- Y por último, querría ese cuchillo que tienes allí- dijo señalando un cuchillo de filo cortante totalmente plateado. El herrero lo recogió también y una vez lo tenía todo preparado se lo entregó a la semidiosa.

Rena se colocó la funda con el cinturón y una vez lo hizo, pagó al herrero y le felicitó por su trabajo.

Ahora debía de ir a buscar a Kit, debía de estar ya esperándola bajo la torre donde acordaron encontrarse. Comenzó a cruzar el mercado en busca de esta mientras las nubes cubrían el sol lentamente, parecía que se acercaba otra tormenta como la de la noche anterior, y el pueblo de Trebus lo sabía, pues comenzaron a cerrar sus puestos, a taparlos como podían para finalmente…¿esconderse?.

Algo no cuadraba, o aquel pueblo temía a la lluvia más que a su peor enemigo, o es que su peor enemigo llegaba con la lluvia.

A lo lejos se oyeron caballos, decenas de caballos, pisando fuerte por la calzada como si quisieran machacar la roca. Rena corrió hacía la torre, allí debía de estar Kit, ahora no podía pensar en otra cosa nada más que en protegerle, en el no permitir que nadie hiciese daño a aquel chico de ojos esmeraldas, ahora esa era su prioridad. Los aldeanos al parecer sabían bien como esconderse del mal, en menos de un minuto todos habían huido hacia sus casas, cerrado ventanas y puertas, ahora, solo quedaba ella, sola en medio de la calle.

Corriendo hacía una torre donde finalmente no encontró a Kit. Sino a un hombre, montado en un caballo negro, y vestido de este mismo color, Mirándola fijamente encapuchado. Con unos ojos azules increíblemente arrebatadores en distintos tonos que según llegaban al iris iban aclarándose, se quedo profundamente sumida en ellos, en el océano de sus ojos, y no nadaba en ese mar, sino que se ahogaba, dura y lentamente hasta llegar a lo más profundo de su mirada.

Y como si estuviese bajo el agua, su corazón no bombeaba sangre porque ella no respiraba. Era inexplicable como aquel mortal causaba tantas sensaciones en ella, como la decía tan poco con sus finos labios y tanto con esos ojos azules.

Y cuando él se digno a hablar, su corazón, se digno a latir.

-          ¿Buscas a alguien?- Hizo una pausa mientras desencapuchaba su cabeza dejando a la vista no solo su cabello rubio, sino también su rostro iluminado mejor por la luz. Entonces Rena se fijó en cada uno de sus rasgos. Era alto y esbelto de pelo corto y piel dorada con unos ojos azules increíblemente arrebatadores, sus labios finos, su rostro desafiante al igual que su mirada. Había visto cadáveres  más expresivos qué él y no parecía menos frío que estos, ¿conocería la palabra sentimientos?

-          Contesta, te he dicho que si buscas a alguien.- Su voz era tajante y directa.

-          Si… estoy buscando a un a… - Su voz se vio cortada cuando la imagen de otro caballero, de melena gris y vestido de negro apareció en su visión. Llevaba a Kit tirándole de su cabello rebelde y a este se le resbalaba alguna que otra lágrima por las mejillas, estaba asustado. Apretó los puños con rabia al ver así a su amigo e incluso la pareció oír que tronaba cuando ella lo hacía. Se sentía impotente ante ese hombre de pelo platino que no paraba de mirarla, de desnudarla con los ojos.

Imbécil, imbécil, imbécil, se repitió para ella mentalmente, tenía como prioridad cuidar a Kit y no lo había conseguido. Fracasada, fracasada, fracasada, se repitió esta vez, no tenía que haber dejado que el joven se fuese por ahí a su aire, solo, era un blanco fácil.

-          Otis acércalo, quiero que esta mujer pueda apreciar bien el dolor de este joven- Una vez concluyó su frase, sonrió, de una manera escalofriante.- si no quieres que le matemos, dame todo lo que tengas y tal vez luego nos divirtamos jugando un poco contigo- dijo sin dejar de sonreír.

Algo parecido al miedo recorrió todo el cuerpo de Rena.

El caballero que apresaba a Kit atreves de su melena, que al parecer respondía al nombre de Otis, se acercó a Rena, arrastrando casi por el suelo al joven que intentaba resistirse. Pataleaba y gritaba insultos que el caballero oscuro ignoraba totalmente, estaba centrado en ella.

Rena se llevó disimuladamente la mano a la espada que colgaba de su cintura, no iba a permitir que su viaje terminase nada más empezar y menos que dañasen a su nuevo amigo. El caballero se acercaba lentamente, supervisado desde el caballo por aquel hombre de ojos azules, que estaba tan concentrado mirando a su compañero que no pareció ni ver el movimiento de manos que hizo Rena con el que desenvainó su espada, y ágil dio un estocazo contra el gemelo del caballero negro, haciéndole sangrar y gritar.

-          MIERDA BASTIAN-  cayó al suelo e intento parar la hemorragia con sus manos, soltando a Kit ,que salió corriendo para esconderse tras un árbol cercano. Otis gritó esperando que el joven del caballo le ayudase.- AYUDA.

-          SERAS ZORRA- Bajo del caballo y desenvaino también su espada, parando un segundo estacazo de Rena que iba directo al cuello de su compañero, quería degollarlo.

-          A SI QUE BASTIAN ¿NO?- Gritó Rena dirigiendo ahora sus golpes de espada hacia él joven rubio, que al escuchar su nombre se enfureció y deseó matarla tan solo por atreverse a pronunciarlo. Era una fulana y había herido a su compañero de guardia, ahora él, debía matarla, DEBÍA. No podía permitir que nadie se enfrentase a un caballero oscuro. Él era el jefe de aquel ejército, solo respondía a las órdenes de Arsen. Y la había cagado al creer que aquella mujer estaba indefensa y no causaría problemas. Sus estocazos eran cada vez más fieros, era una leona.- MUY BIEN BASTIAN, DAME TODO LO QUE TENGAS Y LUEGO TAL VEZ ME DIVIERTA UN POCO CONTIGO. – Soltó Rena mofándose de las anteriores palabras que había dicho él cuando creía tenerla controlada.

Otis no paraba de llorar en el suelo, posiblemente se estuviera desangrando, Rena le había sajado los músculos del gemelo y cortado un par de tendones.

Rena modificó la trayectoria de sus espadazos, llevándolos hacía la cara de Bastian. Él esquivaba esos golpes como podía contraatacando mientras. Varias veces la espada había rozado su rostro arañando su piel tersa y aparentemente suave. Bastian decidió atacar, dejarla desprotegida, su plan era rasgar los músculos que movían su brazo derecho para que así perdiera la fuerza y quedara indefensa ante él y después castigarla como merecía, pero sin causarla la muerte, la muerte le parecía demasiado, a pesar de trabajar para el mal, tenía un mínimo sentido para la justicia.

Las espadas no paraban de chocar, como ruido de fondo el sonido del metal.

Lucharon minutos y minutos, esquivando cada golpe, recibiendo e hiriendo, así era la vida en Teirak.

Por fin Bastian alcanzó el brazo de Rena, solo quería rasgarle el musculo para que perdiera la fuerza, pero no calculó bien la distancia y su espada cortó parte del bíceps de ella.

Rena cayó al suelo tal y como Otis había caído unos minutos antes, dolorida, inmensamente dolorida. Entonces recordó todos los sentimientos que había sentido anteriormente por aquel mortal que acababa de herirla, tal vez de muerte, que ingenua era y ahora ¿Quién sabía si aquel joven la mataría poniendo fin a su viaje? , sentía miedo, mucho miedo.

Bastian se dio cuenta de que había cortado más de lo que él deseaba. Vio como ella le miraba atemorizada  con esos ojos negros como dos eclipses de sol, su cabello humedecido tras la lucha caía sin orden por su rostro y sus labios de aquel rojo increíblemente tentador estaban temblorosos, entonces cayó en la belleza de aquella mujer y sorprendido, sintió piedad.

-          JODER, JODER, JODER. –gritaba encomendándose al diablo mientras se arrancaba la manga de aquella especie de camisa que llevaba debajo de la túnica negra con capucha que todos los soldados de Arsen utilizaban como vestimenta, dejando al descubierto su musculoso brazo.

Hoy todo parecía salirle mal, algo estaba cambiando y el no comprendía por qué. Se apiadaba de su compañero que ahora permanecía apoyado en un árbol y envolviéndose la pierna con un pañuelo para que dejase de sangrar. Veía más allá de su espada para caer en la belleza de una mujer que no conocía, para luego sentir dolor por verla herida. Él jamás había sido así, él era una máquina de matar, la cual no conocía la palabra sentimientos, y preferiría seguir sin conocerla. Pero había cometido el error de sentir y ahora matar se le hacía doloroso cuando se trataba de gente indefensa, que no habían hecho nada para merecerlo, pero debía de seguir haciéndolo, ese era el único motivo por el que él vivía. Su motivo era matar. Matar para así saciar los deseos de Arsen.

Cogió sin ninguna delicadeza el brazo de Rena, la cual le observaba con curiosidad desde el suelo intentando averiguar qué final daría Bastian a aquella lucha, pero para su sorpresa el joven arropó su brazo con la manga de la camisa, vendándolo, para que así dejará de sangrar y una vez lo hizo lanzó su brazo casi inerte hacía ella, con aparente desagrado.

-          ¿Otis?- gritó a su compañero que se encontraba aun apoyado en el árbol, pero que se levantó al oírle hablar.

-          Larguémonos, ya he tenido suficiente por hoy. – cojeando se acercó hacia donde Rena se encontraba aún atemorizada.- JODIDA FULANA, PUDRETE EN EL INFIERNO- la escupió con repulsión a la cara y luego se dirigió a Bastian que tenía la cara arañada- Valla, valla, parece que la gatita tiene garras.

-          Son heridas causadas por esa maldita espada.

-          ¿Y la vas a dejar vivir a pesar de ello?, Bastian pareces estarte ablandando, como sigas así tal vez yo me quede con tu puesto en el ejercito de Arsen- Siseó con maldad.

-          Cállate inútil – Le ordenó- Esta estúpida, ha conseguido herirte y casi degollarte si no la llego a parar, no se te ocurra ni mencionar mi puesto, porque tu ni siquiera deberías de pertenecer a ese ejército que nombras, no sirves para nada- concluyó con asco.

Otis se quedó cayado ante la crueldad del joven, siempre había temido y respetado a Bastian, era sanguinario y fuerte, nadie se enfrentaba a él, era el líder.

-          Buscaré a los demás, están en la taberna, cogeré mi caballo y me iré. Ya he tenido suficiente por hoy.

-          Eso es lo que deberías haber hecho ya. Largo.- Ordenó, y Otis, no tardo en cumplir sus órdenes.

Una vez que aquel caballero oscuro se marcho, Bastian y Rena se quedaron asolas. Entonces fue cuando ella recordó las palabras que le había dicho el joven anteriormente “Luego nos divertiremos un poco contigo´´, el recuerdo resonó en su cabeza, y temió que las cumpliera.

-          KIT- Gritó forzando sus cuerdas vocales - Dime que estas bien- suplicó, su amigo llevaba tras aquel árbol, temblando, más de lo que ella desearía.

-          Oh, qué bonito – Dijo Bastian subiéndose a su caballo.- Ese novio tuyo no para de temblar, es reprobable, no deberían de existir cobardes como él.

-          Como te atreves si quiera a juzgar su comportamiento, el tiembla y tu matas, ¿qué crees que es más reprobable?- Estaba enfurecida, aquel hombre la hacía arder de furia, ¿cómo se atrevía a hablar así de su amigo cuando él era un monstruo? Si Kit viera su aura diría que es negra como el tizón, ¿cómo podía siquiera pensar eso?.- No tienes corazón.- Espetó.

-          Yo sobrevivo, si no puedes con el enemigo, únete a él y así lo hice hace años y me enorgullezco de matar, o herir a zorras como tú.

-          Me das asco – Bastian se sobresalto al oír palabras tan horrorosas hacía él de una mujer tan increíblemente bella. Sabía que era cruel, rudo y sanguinario, pero así le habían entrenado desde los 17 años, cuando decidió unirse al ejército de Arsen, ya que su familia no tenía dinero para comer y su propio padre gastaba lo poco que poseían en bebidas alcohólicas. Recordaba perfectamente cuando llegaba borracho a casa y les gritaba, aparentemente sin ninguna razón. Era el más mayor de 5 hermanos hundidos en la pobreza a los que debía de proteger, su única salida era alistarse y así al menos tener algo para llevarse a la boca y dinero, que luego mandaría a su familia. Desde entonces, su corazón se pudrió, no de golpe, sino un poquito cada día. Arsen había devorado su alma.

-          Cállate, o le mato – dijo mientras apuntaba con la espada el árbol tras el que se escondía Kit.

-          En todo caso mátame a mí – Rena se había fijado en el detalle de Bastian hacía ella, le había vendado sin razón alguna, no la quería matar, o sino ya lo habría hecho, ahora a pesar de estar herida y tirada en el suelo su miedo era nulo.

Bastian volvió a sobresaltarse, ¿qué coño le pasaba a esa mujer?, le perdonaba la vida, cosa impropia de él, y ella en vez de cerrar el pico y largase se quedaba allí tentando a los músculos de su brazo, que le pedían a gritos coger la espada y rebanarla la cabeza, pero una vez más se resistió. ¿Por qué?, ni él mismo lo sabía.

-          No me tientes.

-          Ya lo he hecho.

Sus ojos se encontraron y se desafiaron a muerte con la mirada. Ella se ahogaba aún más en su mar y él se perdió en la oscuridad de los suyos.

Y se asustó al ver que no podía escapar de ellos, se había tirado en una caída libre al fondo de esos dos pozos negros.

Y le preocupó no volver a encontrar la salida.

-          Lárgate, te he regalado la posibilidad de poder seguir con tu vida no la desaproveches. – Golpeó el lomo de su caballo y salió galopando de allí, Rena no contestó, se quedó mirando cómo se alejaba y finalmente desaparecía.

Se levantó del suelo como podía, le costaba hasta el hecho de respirar, pero al menos su brazo había dejado de sangrar. Comenzó a andar hacía donde se encontraba Kit y cuando llegó vio como su amigo se ahogaba, sollozaba y lloraba, rodeando sus piernas con sus manos. Rena sacó fuerzas de donde no había y corrió hacia él.

-          Tranquilo, tranquilo- Arropó su cabeza con sus brazos, apoyando su cabeza en su pecho mientras le decía palabras consoladoras, esperando que su amigo volviese a respirar con normalidad – Shhh, ya ha pasado Kit, ya se han ido, ahora solo estamos tú y yo, respira- le rogó. Pero él no paraba, tanto tiempo en el templo había hecho que Kit viviese en una burbuja, sabía lo que pasaba ahí afuera, y había sentido una pequeña parte de lo que era el dolor cuando atracaron su templo, pero nunca había sentido algo tan fuerte como lo que sentía ahora, su corazón parecía salirse del pecho, era una bomba en la caja torácica a punto de estallar por los aires.

Cuando Kit logró tranquilizarse, Rena besó su frente y le habló. Ya había conseguido respirar con normalidad y alguien había cortado los cables correctos de la bomba que estaba en su pecho.

-          Ya estoy bien, tranquila – Dejó de arropar sus rodillas y miró los ojos de su amiga, él también había caído en esos pozos alguna vez. – Me encuentro como nuevo tan solo ha sido un susto, no estoy acostumbrado Rena, como ya te dije, no soy un buen acompañante.

-          Eres el mejor acompañante del mundo Kit, no te permito que pienses tales sandeces. - le tenía demasiado cariño como para permitir que se torturase de esa manera, él no tenía la culpa de lo sucedido.

-          No mientas, los Dioses han debido de mirar con lupa Teirak para encontrarte el monje más tonto de toda ella. – Se rió, aun mantenía su sentido del humor y Rena rió con él.

-          Los Dioses no deben de tener buen ojo, yo soy una semidiosa y mira me vencieron en el primer combate – Dijo señalando su brazo herido. Volvieron a reír, por no llorar, los dos estaban decepcionados consigo mismos. Ella había estado ausente en la batalla con Bastian, aquel chico la había debilitado por completo y la había dejado aturdida con sus decisiones, y Kit la había abandonado por miedo. Un completo desastre pensó. Pero era SU desastre, y solo de ellos.

Rena agarró el brazo de Kit atrayéndolo hacía ella y lo abrazo fuerte, muy fuerte. Kit no pudo evitar sonrojarse, en Teirak no eran comunes los abrazos entre mujeres y hombres a excepción de que tuvieran algo entre ellos, si alguien les veía y averiguaba que era monje posiblemente le castigaran, pero no lo importaba, le encantaba el cosquilleo que sentía en el estomago.

-          Será mejor que busquemos un sitio donde dormir, esta anocheciendo - Dijo Rena mientras apartaba a Kit de ella y con un gesto de cariño le quitaba un mechón que le caía sobre el rostro. El día había pasado volando.

El corazón de Kit tan desacostumbrado a estos gestos cariñosos pareció salirse de su pecho con los mimos de Rena. ¿Pretendía ella algo con él? Se preguntaba. Si ella le digiera ven él lo dejaría todo. Si quería amor dejaría el aprendizaje de monje, si quería cariño durante toda la eternidad, él, se entregaría sin dudarlo a ella. Pero lo que él no sabía es que Rena tenía el corazón en otro sitio, no estaba allí. Aquel rubio, aquella tarde se lo había robado.

Durmieron en una solana en el bosque, encima de unas mantas que Kit había añadido a su equipaje y que ahora serían sus mejores aliadas en la noche.

Rena no había querido encender fuego, por si los caballeros oscuros les localizaban y ahora dormían arropados por una inmensa oscuridad. Que les protegía.

2 comentarios:

  1. Ya comenzó la acción en Teirak, y el choque de emociones. Sigamos leyendo.

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  2. He tenido que realizar algunos cambios en el cap. 2. Ya esta todo en orden :)
    Me alegra que te este gustando.
    A partir de este capitulo comienzan mis partes favoritas, espero que a ti también te gusten!
    Un abrazo.

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