domingo, 8 de junio de 2014

5. Presentaciones.

Quedaban apenas unas horas para llegar a Gladior y ya estaban agotados, la noche les había cubierto y no les quedaba otra que seguir andando, seguramente algún caballero oscuro estaría buscando a Dennis para devolverle al sitio de donde venía. Kit se fijo por primera vez más allá de la apariencia del gladiador, entre cerrando fuertemente sus ojos para intentar ver su alma, que se descubrió como una luz azul, una energía increíblemente noble, no quedaba duda de que tenía un corazón más grande que la enorme palma de su mano.

Habían estado hablando todo el camino desde que salieron del coliseo, era todo un charlatán y al parecer un seductor, pues todas las mujeres que se cruzaban con él se giraban para mirar.

-          Veo que no pasas desapercibido- comentó Kit.

-          Nunca lo hice, pero para que mentir, ahora que mi situación ha cambiado y la libertad y el poder de decisión es todo mío, no hay cosa que más deseé que acostarme con una de esas mujeres – confesó con una mirada picarona, al parecer aquel hombre no se cortaba en absoluto, todo lo que pensaba era dicho por esa fina boca que tenía.

-          Si es que ellas quieren acostarse contigo – corrigió Rena ante el comentario de su nuevo compañero, que le estaba pareciendo de lo más presuntuoso.

-          Te puedo asegurar querida – dijo cogiéndola de la barbilla – que cualquier mujer querría compartir cama conmigo, ¿a caso tu no?

-          Tengo ideas en mente y te puedo asegurar que en ninguna de ellas entras tú y una cama – su mirada se agudizo y el asco pasó fugazmente por ella. Odiaba a los hombres degenerados que no dudaban en sacarte temas sexuales a las dos horas de conocerte. ¿Qué se creía?, puede que dentro del coliseo fuera un semidiós, pero ahora en aquel pequeño grupo que ella estaba originando era un hombre más, que debería responder a sus órdenes, de momento. El comentario tampoco fue del agrado de Kit que no dudo en meterse en la conversación y defender a su amiga, aunque ella ya lo supiera hacer sola.

-          ¿se puede saber de qué vas?, no sé si te has dado cuenta, pero aquí las cosas no van así, no somos animales así que guarda respeto a la mujer que te salvo la vida.

-          Es una forma de agradecimiento por todo lo que ha hecho por mí – sonrió.

-          Pues las formas de agradecimiento te las puedes meter por el…- Rena le puso la mano en el hombro con una tierna sonrisa, indicándole de que no era el momento de iniciar una pelea. Posiblemente les estarían buscando y ahora la prioridad era llegar cuanto antes al pueblo y refugiarse  en cualquier pensión.

-          Lo siento… - repuso Dennis volviendo de nuevo a donde dejaron la conversación – no sabes lo que es llevar 30 años bajo las ordenes de alguien, nunca he podido hacer aquello que quería y verdaderamente deseaba, he estado tanto tiempo en la arena que apenas he conocido la palabra amar y ahora es lo único que quiero – hizo una pausa para tomar aire antes de continuar su historia – he estado con algunas mujeres que mi anterior entrenador me traía como recompensa, todas ellas cobraban por sus servicios, pero ninguna hacia nada por cariño. Anhelo ese sentimiento a pesar de no conocerlo, es como si tuviera un agujero en el corazón que me deja sin aliento.

Kit y Rena se estremecieron con sus palabras, ellos sí que sabían que era el amor, a pesar de nunca haberlo llevado más allá del cariño. Rena había caído en una especie de embrujo tras ver a Bastian en aquel caballo negro, y Kit había caído en el mismo embrujo, pero por ella. No sabían lo que sentían, pero estaba claro que sentían algo. La verdad es que eran un grupo realmente curioso pensó Rena cayendo en cada una de las palabras de su compañero.  Ella una semidiosa caída del cielo con el único objetivo de salvar aquel mundo, Kit un aprendiz a monje que se había pasado toda su vida alabando a los Dioses en vez de vivirla y un gladiador que no conocía más mundo más allá de aquel coliseo Teirakense.

-          Puedes estar tranquilo, yo he estado 23 años en un templo rezando, tampoco me sacas tanto – río irónicamente. 

Rena se preguntaba si Kit se arrepentía realmente de haber supuestamente perdido aquellos años de su vida allí, en algo que no le apasionaba, porque según pasaban los días y más mundo conocía, más tenía la sensación de que su compañero no quería volver al templo.

-          Dejar de lamentaros, me deprimís – concluyó la semidiosa  - yo no necesito de eso de lo que habláis, tengo otras cosas entre manos y no puedo desviarme de mi meta. Andaba cada vez más rápido no podía dejar de pensar en lo peligroso que era estar al descubierto por la noche en Teirak. Dennis se dio cuenta de su temor e intento tranquilizarla.

-          No te preocupes, he odio que los magos bandidos solo salen a partir de media noche.

-          Valla, me dejas más tranquila aun queda media hora – dijo irónicamente. Los magos bandidos eran aquellos magos que por la situación de pobreza en la que estaba sumido aquel lugar, tenían que ganarse la vida más allá de los pueblos y comenzaban a convertirse en magos oscuros, corroídos por la magia negra para robar dinero a los habitantes que cruzasen los caminos por la noche.

-          Tranquila, si algún mago o hechicero te hace daño, aun tienes la posibilidad de buscar a un mago blanco o acariciar el cuerno de un unicornio – dijo esta vez intentando hacer todo lo contrario, pues los magos blancos se escondían atemorizados por la oscuridad y los unicornios aparecían solo al amanecer.

-          Sí, si alguno me desgarra el pecho solo tendré que esperar seis horas para tener una pequeña posibilidad de salvación. – le miro de reojo mientras andaba – muy tranquilizante Dennis.

Sus compañeros rieron quitando hierro al asunto y aligerando el paso, ya quedaba poco para llegar y pequeñas luces se veían en el horizonte.

 

Gladior era un pequeño pueblo, precioso, todo de piedra, y lleno de candiles que alumbraban el lugar dándole una luz especial, como si fuesen pequeñas luciérnagas que revolotean en la noche, rompiendo la oscuridad. Había un pequeño pozo en la plaza donde sacaban agua, rodeado de flores, cada una de un color diferente a la anterior. El suelo era de roca caliza pulida perfectamente y los tejados de una piedra más fina y negruzca, la madera hacía de viga en todas las casas, sosteniéndolas. Era un lugar realmente mágico.

Pero esta magia desapareció cuando la lo ejos se oyeron gritos. Venían de una taberna cercana al pozo donde había una pelea entre dos borrachos que se insultaban y empujaban, mientras que una camarera de cabellos negros y escote casi a la altura del ombligo les trataba de separar.

Uno de ellos cogió una botella de alcohol enfurecido por la presencia de la camarera y la estampó contra el alfeizar de la ventana de la taberna amenazando a la joven morena que gritaba asustada. Rena y sus dos compañeros se acercaron al borracho y la semidiosa le arrancó de las manos el cristal estampándolo contra el suelo, haciéndolo añicos.

-          Fuera de aquí, debería de daros vergüenza – los dos hombres envejecidos y con el rostro rojo posiblemente por el alcohol cayeron en la cuenta de la espada que llevaba bajo su túnica roja oscura, y se largaron sin rechistar.

-          Muchas gracias de verdad – dijo la camarera situándose la mano en el corazón por la angustia - os merecéis una ronda de licor gratis.

-          No gracias, en realidad buscamos un hostal, no una taberna – repuso Rena.

-          Esto no es solo una taberna, también se alquilan habitaciones en la segunda planta – corrigió señalando con el dedo las ventanas da arriba – permitirme que os invite a unas copas y después os quedáis a dormir – dijo sonriente y eternamente agradecida.

-          Supongo que es justo lo que estábamos buscando – supuso Kit. La muchacha les indicó la entrada y comenzó a andar hacia ella. Dennis no había parado ni un solo instante de mirar su extravagante escote y Rena pasó su mano derecha por su cara haciendo un chasquido con los dedos.

-          Ojos al frente gladiador – dijo entre risas mientras, Kit le miraba desaprobando la actitud de su compañero.

Una vez cruzaron la puerta vieron el interior del bar, sus mesas y sillas de madera talladas a mano, con bonitos mosaicos, sus clientes en la barra y alguno que otro apostando a las cartas en una mesa lejana. Unas escaleras corroídas por los años subían a la segunda planta y las paredes estaban llenas de bebidas alcohólicas en estanterías, que parecían estar en su mayoría utilizadas.

-          Sentaros donde queráis – dijo alejándose al ritmo de los chasquidos del viejo suelo de madera – en seguida os atiendo.

Se sentaron en el otro extremo del bar, en una mesa solitaria y apenas rodeada de gente, Rena había elegido aquel sitio con la intención de hablar con Dennis sobre su pasado.

La camarera vino cargada con una bandeja con tres copas que sirvió encantada, eran de un líquido amarillento y repleto de burbujas, Rena se lo llevó a la boca y lo tragó como pudo, era alcohol a palo seco y no era fácil de digerir. Kit al contrario, se limitó a escupir toda la bebida a la cara de Dennis, que estaba a punto de alzar la copa y que ahora le miraba asesinándole con la mirada.

-          LO SIENTO – se apresuró a decir – en el templo no bebíamos nada parecido, no estoy acostumbrado. El gladiador sin decir una palabra se seco con la túnica de recambio marrón que le había dejado el muchacho nada más salir del coliseo para que se tapara.

Rena se reía con el momento tan incómodo que estaban teniendo sus compañeros y finalmente decidió romper el hielo.

-          No te preocupes Kit, Dennis estaba lleno de arena le hacía falta un buen lavado de cara- bromeó.

-          Gracias por preocuparte por mi higiene personal – respondió irónico.

-          La verdad es que hay otras cosas que me preocupan más que eso Dennis – hizo una pausa y acto seguido continuó – tu pasado, creo que ha llegado la hora de hablar.

-          Y no encontraremos otro sitio más tranquilo que este por ahora – le apoyó Kit.

Dennis por su parte se estremeció, estaba nervioso y su tez comenzaba a verse pálida, alejó lentamente la silla de la mesa con el objetivo de poder huir con mayor facilidad, pero entonces Rena colocó una de sus manos en su robusta rodilla derecha.

-          ¿No estás cansado de huir gladiador?, de la muerte, del dolor y ahora de la verdad – la mirada de Rena le atravesó como lo había hecho la espada de esta, en la espalda de Alcander horas antes, y se sintió indefenso – Ahora mismo dan igual tus miedos, yo te protegeré de ellos si lo deseas, pero ahora déjate llevar y cuéntame todo lo que sepas Dennis, deja de huir y comienza a vivir, te lo mereces. Este se relajó, todo su rostro se destensó y comenzó a recuperar su verdadero tono de piel, las palabras de su compañera habían atravesado su escudo supuestamente infranqueable.

-          No creo que tú ni nadie pueda protegerme de un ejército de caballeros oscuros, y menos si se enteran que la historia sobre la llegada al trono de Arsen ha salido de mi boca, es demasiado peligroso Rena.

-          … Yo también estoy en peligro y si no lo estoy ahora lo estaré más tarde, mi objetivo va más allá de salvarte la vida Dennis, va más allá de este pueblo y de todos sus habitantes – Había decidido sincerarse con aquel muchacho y así lo estaba haciendo, él la necesitaba a ella y ella le necesitaba a él – Yo llegue aquí para salvar el mundo, y me envían aquellos a los que rezáis, ayúdame a hacerlo y yo te ayudaré a ti. Matar a Arsen es mi objetivo principal, y cuando lo haga tú ocuparás su trono, al fin y al cabo eres el príncipe de Teirak.
     El gladiador pareció aturdido y desorientado.

-          ¿Y si no lo consigues? , ¿y si tan solo lo empeoras?

-          No puedo empeorar las cosas, porque las cosas ya están al límite, si no lo consigo todos moriréis de asfixia incluida yo, esa es la profecía.

El joven palideció aun más de lo que lo había hecho antes, al parecer estaba terriblemente aterrado, pero al rato ese sentimiento desapareció de su rostro y dejó pasar a la valentía.

-          Entonces que más me da arriesgarme a que me mate el ejército oscuro, pues si tú no consigues tu objetivo moriré igualmente, me uno a ti Rena – dijo apoyando sus codos en la mesa y arropando con sus manos su rostro pensativo – por una vez más no pasara nada ¿no? – sonrió irónico refiriéndose al gran número de veces que se había jugado la vida en el coliseo.

-          Entonces ya somos tres – dijo apoyando sus manos en los hombros de sus dos compañeros. Kit la miraba decidido esta vez incluso a luchar por ella, ‘’comienza a vivir, te lo mereces’’, le había dicho ella a Dennis y eso frase también era aplicable a él, que deseaba abrazar la vida más fuerte que nunca. Era hora de tomar decisiones, de ser fuerte.

-          Muy bien – sonrió el gladiador- cuéntame cuál es tu plan, yo te seguiré en el si es preciso hasta la muerte.

La semidiosa le transmitió todos sus pensamientos y planes, como atravesaría Teirak hasta llegar al castillo del Rey parando para descansar cada noche, posiblemente unos días en el pueblo más cercano a Arsen, para pedir ayuda a los Teirakenses para asaltar su castillo y como durante todo este camino paliarían el dolor si era necesario. El plan era simple, pero la ejecución no tanto, eran solo tres personas recorriendo todo Teirak  y lograr un ejército de Teirakenses que les ayudasen sería difícil, pero no tanto si se ganaban el respeto del pueblo como ella misma lo había hecho en el coliseo.

La joven que hasta ahora no había revelado sus planes posiblemente por desconfianza de que llegasen a oídos de otros, se había quedado más que liberada después de la charla en aquel bar.

-          Yo ya soy respetado y admirado, lo que facilitará las cosas, y tu Rena dejaste claro lo que vales al salvarme la vida, todo el público aclamó tu nombre eres una heroína, y cuando esto llegue a odios del pueblo volará como los cotilleos de un vecindario, ya verás – ahora Dennis se giro a Kit, estaba entusiasmado con el plan y parecía aparentemente tener todo controlado – Y tu monje ¿Qué nos aportas?

Kit se sonrojó sin saber que decir, Dennis verdaderamente creía que el joven estaba también en aquel pequeño grupo por tener algún tipo de habilidad que les aportara seguridad o fuerza.

-          Bueno… a mí los dioses me encargaron ayudarla a que se centre en su objetivo y alejarla de aquellos que quieren el mal para ella, pues su parte humana se acercará a veces a aquellos que no debe, solo por su fachada sin conocer su interior, yo también estoy aquí para evitarlo, desde muy pequeño soy capaz de ver las auras de las personas, sin conocerlas sé si de su alma se apodera el bien o el mal, esto nos mantendrá el camino limpio de cerdos que quieran causarnos algún tipo de daño – finalizó sorprendiéndose de sí mismo por haber dado un discurso como ese. Rena pareció también satisfecha con él y le sonrió de oreja a oreja.

-          Valla joven, lo tuyo sí que es una habilidad útil, ahora ya sí que siento que tenemos todo lo que necesitamos – pasó su brazo por los hombros de Kit y le atrajo hacía si espachurrándole cariñosamente, Dennis tenía de grande y robusto lo mismo que de cariñoso y fiel , o eso parecía. Kit logró escapar de su musculoso brazo entre risas.

-          Parece que esto va pareciendo un equipo – dijo complacida Rena.

Dennis recordó como había empezado aquella conversación, y porqué y se decidió a hablar por fin del tema.

-         Exacto, un equipo, ¿y los equipos se ayudan verdad? – sus compañeros asintieron con las cabezas y él comenzó a narrar su historia - Todo empezó cuando… yo tenía diez años, mi padre estaba al mando de toda Teirak y era querido por todo el mundo, la gente le admiraba y él los cuidaba como si se tratasen incluso de mí, era un hombre fiel y tierno de cabellos rojizos como los míos y un corazón que no le cabía en el pecho, todo un Rey. Tenía todo siempre controlado y su ayudante Arsen nunca podía colaborar en ninguna de sus decisiones, pues nunca había nada que rebatir, mi padre siempre tenía la última palabra. Hasta que un día unos magos negros, aparentemente inofensivos comenzaron a utilizar la magia en contra de sus ciudadanos, para saquearles, pero en menos cantidad que ahora. Recuerdo el temor de mi padre. Tenía miedo de que esa plaga de magos negros, no siempre malévolos se expandiera y comenzara una guerra entre magia blanca, los Teirakenses y los magos que utilizaban la magia oscura y sus invocaciones demoniacas. Si eso ocurría comenzaría el surgimiento de demonios en todo este mundo difícil de erradicar y mi padre lo sabía. Durante 5 años Intentó evitar la caza de magos, pues no quería hacer daño a nadie, pero las cosas comenzaban a ponerse difíciles y esta vez mi padre no tuvo la última palabra en la boca y Arsen comenzó a intervenir. En cada una de sus frases siempre estaba la palabra matar, destruir, sajar, degollar, era todo un asesino camuflado hasta ahora bajo la fachada de un fiel amigo de mi padre. Un día estaba en mi habitación a punto de dormirme cuando oí gritos del despacho de Alexander, corrí hacía allí y me escondí tras la puerta al ver que mi padre discutía con Arsen sobre el destino de Teirak y sobre como terminar con la utilización en masa de la magia negra. Arsen lo tenía claro, eliminaría a todos los magos terminando con el problema momentáneamente. Mi padre, Alexander era totalmente contrario a aquella idea, decía que no todos los magos negros eran malos, ni se merecían su aniquilación. Solo un cincuenta por ciento lo era, y era injusto deshacerse del cien por cien, morirían tantos inocentes…

Entonces Arsen pareció harto de las palabras de paz de mi padre y con una de sus manos elevó un candil que había sobre la mesa, era mi favorito hasta ese día… y con un golpe seco en la cabeza lo mató. Mi padre murió desangrado y yo comencé a llorar. Una noche, cuando Arsen ya había conseguido el trono de mi padre, fui a su habitación con cuchillo en mano. Quería matarle y antes de eso hacerle llorar de dolor como él lo había hecho unos días antes conmigo, eso me mantenía con vida, pero cuando llegue a la habitación y estaba a punto de llevar a cabo mi plan, Arsen me descubrió. Aquella noche había traído al castillo una acompañante, y al parecer aquella mujer le quito el sueño, por desgracia, y estaba despierto. Cosa que yo no esperaba. Arsen era malicioso, y como venganza, no se conformó con mi muerte inmediata y con tan solo 16 años me condenó a vivir y luchar en el coliseo, sin tener contacto con el exterior, y así hasta ahora que he sido liberado, tan solo espero que Arsen tenga su merecido… por todo lo que me hizo.

Rena escuchaba atenta la historia, estaba segura que Dennis no se había merecido en ningún momento de su vida todo ese dolor, pero el destino era caprichoso y lo había sufrido en sus propias carnes. Realmente los magos negros le ponían los pelos de punta, sabía lo suficiente sobre ellos como para temerles pues estos practican la absorción de energía, un arte prohibido. A diferencia de la nigromancia, estos magos negros se valían de la hechicería como forma de usar su magia. La mayoría de magos negros poseían esclavos con una energía mágica considerable a los que les bloqueaban los poderes para usarlos como fuentes para incrementar su poder mágico. Esto era posible ya que la absorción de energías no tiene porque matar al donante ya que la defunción sólo se produce en el caso de que se le arrebatase completamente la energía. Solían ser personas solitarias que únicamente toleraban la compañía de sus esclavos, los cuales se encargaban tanto de la tareas domésticas como de cederle energía a su amo. Algo horrible para la semidiosa.

Una vez terminó la historia los tres quedaron en silencio intentando asimilar tanta información. Arsen era un monstruo, tal y como había imaginado. Y al parecer asesinar a sangre fría no debía de serle difícil, pues si él era el supuesto mejor amigo de Alexander y había actuado con él de una forma tan fría no quería imaginar que podía hacer si descubría sus intenciones y se hacía con ellos.

-          Ese hombre, si es que merece que yo le llame así, no tiene corazón, ni conoce de que trata la palabra – dijo finalmente Kit con sus ojos esmeralda llorosos al ver como el aura de Dennis se teñía de un triste tono gris por toda la tristeza que escondía bajo su piel, e intentaba disimular.

-          Por suerte no le queda ni un mes de vida- Comentó Rena cortando la conversación como si fuera una porción de longaniza. Intentaba relajar a sus compañeros que tenían los sentimientos a flor de piel. Sabía perfectamente porque Kit se había sentido tan identificado con el gladiador, pues el perdió a su primer maestro cuando era joven en manos de caballeros oscuros, el ejercito de Arsen. Prácticamente sus manos fuera de aquel castillo del que por alguna extraña razón nunca salía. – Le daremos caza, os lo juro.

Sabía que estaba mal jurar si no se estaba seguro de que se podía cumplir la promesa, pero en aquel momento necesitaba  que el ánimo de sus compañeros despegase del suelo y flotase con las nubes que habían tapado el cielo en esa oscura noche.

Entre chupitos y risas pasaron el tiempo, acercándose más, forjando el hierro que unía ese nuevo grupo. Cuando les entró el sueño, la camarera de escote extravagante, les acompañó a la segunda planta y les mostró las tres habitaciones independientes donde dormirían. Rena pagó con el dinero que Barbará le había dado en el templo, y acto seguido entró a su habitación y se tumbó sobre la cama aún sin deshacerla, mirando el techo de madera. Y entonces recordó algo que le hubiese gustado olvidar, una mirada azul revuelta ,como una marea enfurecida, acompañada de un rostro aparentemente perfecto y un cabello corto, pero no en demasía, totalmente despeinado como si fuese el cabello de un niño pequeño al que su abuela le acaba de alborotar el pelo en un gesto de cariño.

Luego recordó sus labios rosados, querría poder morderlos. ¿Qué coño estaba haciendo?, esos ahora mismo no debían de ser sus pensamientos, debía de tener la mente en las futuras batallas y no en aquel tal Bastian – pensó.

Se levantó, deshizo la cama y se metió dentro cerrando los ojos y finalmente durmiendo hasta el amanecer.

El ruido de la taberna la despertó, se oían gritos, risas, cuchicheos. Desde luego aquel lugar no era un lugar tranquilo y ella no podía dormir más. La puerta se abrió con un estruendo y un joven de cabello moreno y ojos verdes entró de golpe en la habitación cogiendo carrerilla y tirándose en plancha en el lado vacio de su cama. Una vez lo hizo giró la cabeza sonriente y la miró fijamente a los ojos.

-          Veo que estas despierta –dijo el joven ya vestido. Parecía realmente feliz y es que lo estaba. Por primera vez en su vida creía que servía para algo. Esa mañana quería comerse el mundo a bocados.

-          Aunque no lo hubiese estado, esa manera de entrar a mi habitación seguro que me habría despertado – Sonrió al joven rotando todo su cuerpo hacía él, para tener mayor visibilidad – cuanta felicidad- concluyó.

-          Bueno, que puedo decir la vida me sonríe, tengo a una amiga que me quiere, y un compañero que tiene el don de la palabra y me a hecho sentir importante Rena – hizó una pausa para dedicarla una de sus mejores sonrisas – nunca me había sentido así de bien.

-          Eres importante Kit, deberías sentirte así todos los días.

Se oyeron golpes en la puerta, y una voz que pedía permiso para entrar, era Dennis que debía de haberse despertado por el ruido, igual que lo había hecho ella.

-          Buenos días bella durmiente – dijo Kit cuando este entró en la habitación. Dennis se rió y se lanzó a la cama tal y como unos minutos antes lo había hecho su compañero. Rena se sobresaltó, no solo porque Dennis fuera aún tan solo un acompañante y no compartiese la misma confianza con él, que la que compartía con Kit. Si no porque al tirarse sobre su cama había sonado tal estruendo, que por un momento pensó que los posibles 95 kilos del gladiador derrumbarían el suelo de la habitación, y acabarían aplastando a algún borracho del bar.

-          Buenos días princesa – Le contestó éste divertido. Parecían tener una buena conexión, una conexión que ella aún no había establecido.

-          Valla cuanto amor – dijo Rena levantándose de la cama que había sido ocupada por completo por los dos muchachos – Tal vez queráis que me valla de la habitación para tener mayor privacidad – Bromeó mientras observaba en que extraña situación se encontraban su dos compañeros que permanecían ahora bocarriba en la cama, mirándola risueños.

-          Déjalo Rena, lo nuestro es un amor prohibido – Dennis se llevó las manos a los ojos fingiendo una llorera, desde luego era el rey del espectáculo, pensó la semidiosa, que ahora se encontraba colocándose su túnica y calzando sus pies con las sandalias que Barbará la había regalado y por último, se amarró a la cintura su cinturón porta espadas, que ya era casi como parte de su cuerpo.

-          ¿Qué os parece si bajamos a la primera planta y nos zampamos unos buenos bocadillos? – dijo finalmente estirándose, Dispuesta a salir por la puerta. Cuando fue adelantada por sus compañeros, que salieron disparados en busca de esa comida que ella había nombrado. Desde luego estaban hambrientos.

Cuando bajó a la planta baja Dennis y Kit estaban comiendo en la misma mesa donde habían estado el día anterior. Su alrededor esta vez no estaba deshabitado, había un par de muchachas hinchándose a risotadas en una mesa cercana mientras miraban de reojo y esta vez no era a Dennis, sino a Kit. La verdad es que era un joven apuesto, con un rostro dulce y delicado que transmitía cariño y unos ojos más verdes de lo que ella jamás hubiera visto si no le hubiese conocido.

Se acercó a ellos y apartó una silla para sentarse. Tenía ya su comida en la mesa, un bocadillo de cerdo, que seguramente el dueño del bar habría matado con sus propias manos, y un vaso de agua. Engulló el bocadillo incluso con más fiereza que los dos hombres que la acompañaban, llevaba horas sin pegar bocado.

Llevaban más de medio bocadillo devorado cuando el pomo de la puerta se giró haciendo que esta se abriera con él y un hombre rubio de ojos impasibles entró en el bar. A Rena le dio un vuelco el corazón nada más reconocerle, era Bastian. Toda la taberna quedo en silencio, y la tez de Kit comenzó a tomar un tono blanquecino.

Todas las personas del bar le miraba, se sentía el centro de atención, pero fingió no darse cuenta. Una camarera de cabellera dorada le observaba tras la barra del bar, pidiendo piedad con los ojos. Pero no había necesidad de pedir tal cosa. Él tan solo había entrado en ese bar en busca de una persona, el gladiador que había escapado del coliseo y que Arsen había ordenado matar. Antes de llevar a cabo su plan debía de averiguar en qué lugar se alojaba y ese era el último sitio que le quedaba por revisar. Se acercó por completo a la barra y pidió un poco de licor mientras se apoyaba en ella contemplando su alrededor, aparentemente lleno de mugre. Revisó con la mirada cada una de las mesas del local hasta que un cabello de tono cobrizo llamó su atención. El hombre que lo llevaba era de rasgos toscos y una musculatura fornida a causa de los años, sin duda se trataba de él. Comía un bocadillo, y parecía que era a la única persona del bar a la que su presencia le era indiferente, y precisamente era él quien más miedo debía tenerle.

Le acompañaban un chico moreno que le era familiar y una mujer que le miraba atentamente con una mirada salvaje como la de una leona protegiendo a sus crías. No le hizo falta mirarla dos veces para averiguar de quién se trataba. Incluso recordaba de memoria su nombre, Rena resonó en su cabeza.

¿Qué haría ella allí con ese gladiador?, tal vez hubiera algo más entre ellos que una aparente amistad. Este pensamiento le provocó un nudo en el estómago, un nudo desconocido para él hasta ahora. Se giró a la camarera que le acababa de servir un vaso relleno de un líquido anaranjado que parecía ser su licor. Se lo llevó a la boca de un sorbo, sin inmutarse, Y luego se dispuso a hablar.

-          No sé si reconoces a ese hombre de cabellos rojizos – dijo mirándola de reojo, ella no parecía saber que decir, estaba tan asustada que sus piernas temblaban y parecía que se iba a desplomar en cualquier momento al suelo.

-          Sí, señor, le reconozco es Dennis el gladiador, es conocido por todos – consiguió balbucear tragando saliva.

-          ¿Y la mujer que le acompaña?, ¿cómo ha llegado hasta él? – Dijo entrecerrando la mirada, intentando advertirla con sus ojos escarchados, que si mentía, se arrepentiría de ello.

-          Su nombre es Rena, lo sé porque ahora su nombre está en boca de todos, salvó al gladiador que la acompaña colándose en la arena y atravesando con su espada a su rival, luego lo liberó del coliseo- hizo una pausa para volver a tragar saliva, el miedo hacia que sus palabras se quedaran atravesadas en su garganta – hay muchos testigos de ello.

-          Conozco bien su nombre, pero no esa historia, ¿tienes algo más que aportarme?

-          No, señor, nada más.

Bastian apartó la mirada, y la volvió a fijar en la mesa del fondo. Dennis ya había caído en su presencia y le miraba sereno, cómodamente sentado. Se preguntó porque ella le había salvado, pero estaba seguro de que eso la camarera lo desconocía. Rena esta vez no estaba en la mesa y se sobresaltó cuando notó que alguien le daba dos toque en la espalda y cuando se volteó pudo apreciar de nuevo la belleza de aquella misteriosa mujer de cabellos oscuros y tez pálida. Y su corazón glacial le dio un vuelco, y las mariposas de su estómago comenzaron a revolotear alocadas. Para él eran serpientes  venenosas en sus entrañas. No llegaba a comprender que era lo que le estaba pasando, ¿qué tenía de especial esa mujer para hacerle sentir así? Él era un caballero de Arsen y los sentimientos no eran algo bueno para él, eran casi como veneno por las venas. Le volvían compasivo, y eso no se lo podía permitir.

-          ¿Qué coño estas buscando? – dijo finalmente la semidiosa frunciendo el ceño, parecía furiosa.

-          Un lugar donde beber y olvidar, ¿acaso no me ves? – dijo burlón levantando la copa vacía.

-          Dudo de que tú tengas conciencia, y por lo tanto algo que querer olvidar – Apoyó sus finos codos sobre la mesa de un forma terriblemente atractiva que hacía que el escote se le desbordará y a través de él se le viera hasta el alma, si es que aquello se podía ver – Dime la verdad Bastian, ¿qué haces aquí?

-          ¿Tan malévolo te parezco como para no poder beber una copa en un bar sin ninguna finalidad en concreto? – dijo enarcando una de sus cejas.

-          Si y no solo eso, también te considero, ruin, miserable, villano, pirata, rufián, sinvergüenza y sobre todo insolente y perverso, eres el diablo en vivo Bastian.

-          Valla, realmente me siento elogiado, intentaré evitar que mis mofletes se ruboricen – apartó la mirada de ella indiferente, como si fuese incorpórea. Comenzaba a irritarle tal y como ya lo había hecho una vez bajo esa torre, herida. Al recordarlo miró su brazo asombrado, no había ni rastro del corte, ni una cicatriz, ni enrojecimiento, nada. Parecía que aquel corte tan profundo jamás hubiera estado en su brazo. ¿Magia curativa? – pensó, pero aquel tipo de magia no era capaz de curar tan rápidamente, en tan solo dos días, y hubiese dejado cicatrices. Entornó los ojos pensativo, ¿qué coño era ella?, tan solo un ser mágico o una Diosa tendría esa habilidad curativa.

-          Dudo que tengas sangre recorriendo tu cuerpo que sea capaz de ruborizar tus mejillas – soltó con toda la aparente repulsión que pudo juntar.

Pero Bastian no respondió a sus provocaciones y sencillamente, apretando los labios con fuerza, agarró uno de sus brazos y la zarandeó furioso. Dennis y Kit que habían estado sentados en sus respectivas sillas vigilantes, se levantaron de golpe, pero Rena con un gesto les ordenó que se quedaran inmóviles en su sitio y que solo la ayudaran si lo pedía. Ella les había dicho que aquello era solo asunto suyo y que no intervinieran, que lo tenía todo controlado, que no le pasaría nada, y así lo hicieron aunque les doliera en el alma acatar esa orden.

-          ¿Qué eres? – dijo finalmente con un tono de aparente repulsión, volvió a zarandearla cuando ella quedó en silencio, perpleja – Dímelo o juro que te rebano el cuello ahora mismo.

Rena sintió Ira, pero respiro profundamente e intentó parecer serena.

-          Alguien, que ha llegado a este mundo con mejores intenciones que las tuyas, eso también te lo puedo jurar yo – Su mirada se afiló, pareciendo felina.

-          Dime cuáles son esas intenciones Rena, no te haré daño.

-          ¿Crees que soy tan estúpida como para fiarme de ti o de tu palabra?

-          No, pero sé que no eres tan estúpida como para poner en peligro a tus amigos – suavizó la fuerza con la cual amarraba su brazo – Mi ejército oscuro tiene rodeado a este pueblo, si te niegas a contármelo, ordenaré que os capturen y tus amigos serán los primeros en morir ante tus ojos, esta vez no somos solo dos caballeros oscuros como aquel día en la torre de Trebus, Rena.

El miedo le provocó nauseas. Nadie tocará a Kit se dijo para sí. Era extremadamente protectora con él, tal vez fuera porque lo veía indefenso ante aquel mundo. Luego recordó al noble Dennis, a él tampoco le pasaría nada mientras ella continuase con vida.

Y había algo en ella que le decía que las palabras de Bastian eran sinceras, que él no le haría daño ahora, al igual que no se lo hizo bajo la torre. Algo la decía que bajo esa mirada helada por  el frío de la soledad y esa expresión casi propia de alguien inerte, había un joven dispuesto a dar segundas oportunidades, y tal vez incluso a amar.

-          Acompáñame – Dijo finalmente. Comenzó a subir las escaleras a la segunda planta acompañada del caballero oscuro, mientras sus amigos tuvieron que ahogar los nudos de sus estómagos.

-          ¿Y si la pasa algo Dennis?, ¿y si quedarnos aquí no es lo mejor? – preguntó Kit agitado por  miedo a perder a Rena.

-          No le pasará nada Kit, confiemos en ella, tal y como ella confía en nosotros, y si vemos que tarda en bajar subiremos a buscarla. Kit pareció relajarse, pero no demasiado, si la pasaba algo, no estaba seguro de poder continuar con su vida, era algo más que una amiga para él.

 

Rena entró en la habitación seguida por Bastian, que la observaba con curiosidad, esperando que en cualquier momento ella desplegase el arma, pero no lo hizo. Se quitó el portador de armas y lo lanzó lejos de ella y acto seguido se sentó en la cama, confiada. Aquel gesto de confianza fue algo sorprendente para él. Por primera vez en su vida alguien se fiaba de aquel caballero oscuro y ponía su vida en sus manos esperando piedad y no la muerte. Tragó saliva intentando comprender por qué tanto sosiego en ella ante su presencia en aquella habitación.

-          Ahora tú – dijo finalmente señalando el cinturón con el que portaba las armas – me fió de ti Bastian, me da igual con que oficio te ganes el pan de cada día si dentro de ti hay algo más que gusanos. Dime, ¿hay vida ahí dentro? – dijo señalando el corazón de este a distancia. Recordó como él la había curado después de herirla, definitivamente había algo más en él.

Bastian, se quedó paralizado ante aquello, jamás le había pasado algo parecido y por lo tanto no sabía bien como reaccionar. Pensó en Arsen, él no aceptaría aquella conducta, pero la cuestión era, ¿aceptaba él verdaderamente la suya?

Se quitó el cinturón y lo lanzó en el mismo lugar donde lo había arrojado ella y desarmado se sentó a su lado en la cama. Aquello era algo extraño para él, incluso incómodo, pero ella parecía tan tranquila, incluso se acomodó mejor en la cama mirando al techo. Estaba tan bonita bajo la luz que atravesaba la ventana. Volvió a tragar saliva.

-          ¿Crees en los Dioses Bastian? – dijo finalmente pensativa, sin mirarle a los ojos.

-          Supongo que sí, existe la magia, ¿por qué no ellos? – intentó averiguar que pensamientos le pasaban por la cabeza y el por qué de esa pregunta, pero le fue imposible.

-          Ellos me enviaron aquí.

-          ¿Para qué? – dijo intentando comprender lo que ella le estaba revelando.

-          Para salvaros, a todos Bastian – no estaba segura de si debía contarle al enemigo lo que iba a hacer, pero lo hizo – Debo matar a Arsen o la atmósfera que nos protege será destruida por ellos, moriremos todos, sin excepciones.

-          Rena, ¿por qué he de creer este puñado de barbaridades que me estas contando?

-          ¿Por qué he de creer yo que dentro de ti hay humanidad, y sin embargo lo hago? – Bastian tomo una postura pensativa y se paso la mano por su cabello destapado, suspirando.

-          Y dime… entonces, ¿qué eres?

-          Una semidiosa creada para salvaros– Este se rió desubicado.

-          ¿Te das cuenta de que la información que me estás dando es nociva para ti?, ¿y ahora que se supone que he de hacer yo?, Debería decírselo a Arsen.

-          Si se lo dices, y él me mata, tú con el tiempo morirás conmigo, no olvides eso. No quiero que lo sepa nadie.

-          Si se entera que yo lo sabía me matará igualmente.

-          Tú sabrás Bastian, ¿Qué quieres?, ¿salvar tu vida durante un tiempo para finalmente acabar muriendo? ¿o vivir durante años?, hasta la vejez incluso.

-          No sé, joder Rena no sé, me has puesto contra la espada y la pared.

-          Hagamos una cosa tú sigue tu vida – dijo esta incorporándose y haciendo que sus cabellos se arremolinaran por toda su cara y algunos acabasen en sus labios bermellón, irresistibles- Y yo seguiré con la mía, como si jamás hubiéramos tenido esta conversación – se levantó totalmente de la cama estirando las sabanas – Puedes irte con la conciencia limpia Bastian. Este también se levantó mirando esos cabellos que se le habían colado en la boca, deseando acercarse y extraerlos de ella.

-          Por ahora no diré nada, pero como me hayas engañado, como tus palabras sean mentira… Arsen será informado de todo esto y decidirá qué hacer con vosotros, revolucionarios.

-          Te juro que no miento – enterneció todo lo que pudo su mirada intentando sacar el máximo partido que pudo a esas armas de mujer que los Dioses la habían regalado.

Pero Bastian pareció cansado de tanta humanidad y colocando una de sus gruesas manos en su esbelta cintura la empotró contra la pared, apoyando su otra mano libre en esta, justamente a un lado de su cara y poniendo su rostro a unos centímetros del de ella. Que deseó haberse dejado al menos una navaja bajo su túnica roja.

-          Júramelo de nuevo – Estaba tan cerca que sentía su aliento en la cara. Él la miraba como si fuera el único caramelo existente en toda una tienda de golosinas.

-          Te lo juro.

Este la liberó y colocándose la capucha de su túnica y amarrándose a la cintura su cinturón porta espadas salió de aquella habitación y seguramente de aquel local.

Bastian cerró la puerta de aquel antro bajo la mirada de Kit y Dennis que subieron corriendo a ver a su amiga mientras él montaba en su caballo negro en busca de sus demás compañeros cuando una voz le sobresaltó.

-          Parecías entretenido con aquella morena, no sé si te has dado cuenta, pero se os veía a través de aquella ventana. – dijo Otis señalando una cristalera, donde ahora había dos hombres más uno de ellos rápidamente reconocido por él, Dennis – Y veo que ya has encontrado al gladiador, buen trabajo esta noche le haremos una visita – rió maliciosamente como siempre lo hacía, era una comadreja.

-          No estoy seguro de que sea él – mintió.

-          Pues yo te puedo asegurar que si lo es – dijo golpeando con los talones a su caballo para que se pusiera en marcha – Vamos a prepararlo todo Bastian. Este asintió pensativo, ahora mismo su cabeza no estaba atenta a las palabras de Otis, sino en las de Rena, que aún resonaban en sus oídos, ¿sería verdad aquella información que le había proporcionado la semidiosa? Y si era así, ¿por qué había confiado en alguien como él?, ¿se habría dado cuenta en lo débil que era ante ella?

Quiso poder contarle todo lo que sabía a Arsen, pero no podía, se veía incapaz de traicionarla. Algo en Rena se lo impedía. Salió al galope tras Otis y juntos se perdieron en la profundidad del bosque.

 

-          ¿QUÉ LE HAS CONTADO QUÉ? – dijo enfurecido Kit – Dios Rena, es el enemigo, como se te ocurre si quiera nombrárselo. Esta permanecía apoyada aún en la pared donde Bastian la había dejado, frente a ella Kit que no paraba de gritar y un pasivo Dennis que la miraba intentando comprender que la había pasado para hacer tal tontería.

-          No sé en que estaba pensando, pero tal vez nos ayudase – dijo agachando la cabeza arrepentida tras el sermón que sus dos compañeros habían tenido con ella – Imaginar, un miembro en un puesto importante del ejército de Arsen colaborando con nosotros, facilitaría mucho las cosas.

-          Dudo de que un solo tío de esos hiciera algo por nosotros Rena, y menos Bastian, ese hombre no tiene piedad – concluyo el monje.

-          Tiene más de la que crees Kit, lo veo en la profundidad de su mirada, tiene un buen fondo.

-          No estamos hablando del culo de un  vaso, sino de un joven al que conoces apenas hace tres días y al que has proporcionado información muy valiosa – nunca había visto a si de enojado a su amigo – ahora comprendo bien a qué se refería la Diosa cuando dijo que cuidases tus amistades.

-          Kit lleva razón, sabe demasiado, ¿Y si utiliza esa información en nuestra contra? – dijo Dennis interviniendo en la discusión.

-          No lo hará – concluyó ella.

-          ¿Cómo estas tan segura? – Rena inhaló aire para conseguir la suficiente fuerza como para decir la siguiente frase.

-          Creo que le gusto.

Dennis y Kit la miraron boquiabiertos, sin saber bien que decir ante aquello. Si era verdad tal vez pudieran sacarle partido al asunto utilizando el amor de Bastian hacía ella. Cosa bastante cruel, que desapareció rápidamente de la mente de Kit, pero al parecer no de la del gladiador.

-          Eso es maravilloso – dijo – es un punto a nuestro favor Rena, aunque no me llego a fiar de esa información, esos sentimientos me parecen impropios de un caballero oscuro.

-          Él mismo es impropio para tratarse de un caballero oscuro, ¿crees que si no fuera mejor persona de lo que parece me hubiese dejado vivir hoy? , ¿o aquel día en el que le conocí?- hizo una pausa para mirar fijamente a sus compañeros, intentando ver en sus ojos comprensión- hoy me he desarmado ante él, estaba indefensa y aquí estoy, viva.

-          Dios Rena, ten más cuidado, me vas a matar a base de disgustos – dijo Kit con los ojos esmeralda cristalinos, se podían leer como un libro abierto.

-          Tú sabrás, si de verdad crees que puedes confiar en él, hazlo. Según lo que estoy escuchando de tu boca tal vez no sea tan mal chico como parece – Dennis era un ser compasivo al que Rena empezaba a apreciar,  la apoyaba y eso era algo importante para ella.

-          Gracias, no os defraudaré – abrazó a sus amigos fuertemente, sonriendo – esto me da buena espina, de veras que lo creo.

Dennis y Kit forzaron una sonrisa en símbolo de apoyo. Si ella decidía fiarse de aquel hombre tendrían que aceptarlo. También se había fiado de ellos sin apenas conocerlos, ¿por qué no de él?, aunque Kit no lo tenía tan claro.

Rena se sentía estúpida tras aquella conversación, ella que casi siempre llevaba la razón y mantenía la compostura hoy la había perdido ante el joven de cabellos platinos, mostrándose frágil de nuevo. Pero algo la decía que Bastian se guardaría esa información para él y que posiblemente si le dejaba tiempo para asimilarlo, les ayudase, aunque eso no lo tenía tan claro.

Ya era por la tarde y el sol iba perdiendo su vivo color. Dennis y Kit decidieron salir a dar una vuelta por el pueblo, mientras que la semidiosa, abrumada por todos los sentimientos surgidos aquella mañana se quedaba dormida en la cama, al fin y al cabo ese descanso la vendría bien, pues al día siguiente no descansarían en todo el día. Habían decidido dormir también allí aquella noche y al día siguiente madrugar, para andar durante dos días hacía su siguiente destino. Iba ser un trayecto agotador.

Sus dos compañeros andaban relajados por las enormes calles de Glador, donde teirakenses, magos y seres fantásticos vivían en armonía. El cielo estaba libre de nubes, los Dioses debían de estar contentos. Resultaron asombrados cuando una multitud de pueblerinos se asomaron a través de unas cortinas moradas con detalles de astros que escondían el interior de un pequeño puesto de madera, pero no lo suficiente como para no poder apreciar una cabellera grisácea tras ella y un rostro arrugado, Kit supo inmediatamente quien era. Ella era la anciana que le había acompañado el día anterior en el coliseo, que al parecer no era tan solo una vieja, sino una vieja bruja. Se preguntó si tal vez conociese el arte de la magia o solo era una impostora que engañaba al pueblo haciéndose pasar por una adivina a cambio de dinero. A saber cuántas personas recurrían sus servicios creyendo que podían hallar su futuro en aquella pequeña bola de cristal rosada que ella sostenía en las manos. Él solo se fiaba de las predicciones de los Dioses y no de las de una anciana mentirosa. Leyó el nombre que aparecía bordado en letras doradas justamente encima de la entrada. Agatha ponía. Cuando aquella mujer despachó a los mirones que bloqueaban la puerta principal, agitando las manos irritada y saliendo del puesto, sus miradas se cruzaron y  ella le reconoció tal como él lo había hecho.

-          ¡Muchacho! – dijo acercándose mientras se hacía un moño con su medía melena gris - ¿Cómo tú por aquí?

-          Estoy de descanso… - dudo en decir su nombre, tal vez fuesen demasiadas confianzas.

-          Llámame Agatha querido, tal vez te gustase entrar – dijo señalando su puesto de adivina. Kit cauteloso, entrecerró sus ojos intentando apreciar el color del aura de aquella mujer, que se presentó luminosa y cálida.

-          Joven desconfiado – Señaló la mujer cruzando sus descarnados brazos – Me siento desnuda ante ti– dijo fingiendo sentirse avergonzada, mientras que Kit reprimía un sentimiento de repulsión hacía la imagen de aquella mujer con pieles colgantes sin aquel vestido blanco, parecido a un camisón.

-          Señora, en ningún momento la he mirado con deseo – dijo este casi sorprendiéndose de sus propias palabras, estaba claro, no hacía falta ni decirlo pensó. La risa de Dennis que les observaba le hizo sentirse realmente avergonzado. Y la mujer rió desenfrenadamente, terminando esta carcajada en una tos seca que la hizo encorvarse.

-          ¿Crees que no lo sé?, ya ningún hombre me desea, y menos un joven como tú – hizo una pausa manifestando con la mirada lo encantada que hubiera estado, si aquel muchacho hubiese posado su mirada en ella con algo más que curiosidad – se perfectamente porque me observabas de esa manera, ¿no te han enseñado que leer el aura sin permiso es de mala educación?

 Kit al oír aquel comentario de su boca, sobre aquella habilidad suya casi imposible de descifrar, se sintió asustado.

-          No sé de qué me está hablando.

-          Claro que lo sabes, lo haces desde que eras niño – detalló – lo que no sabes es que puedes hacer mucho más con ese don…muchachito.

-          Kit, me llamo Kit – ahora que sabía su nombre Agatha continuó.

-          Bueno Kit, ¿no te gustaría averiguar cada una de las habilidades que puedes explotar a partir de él? – el monje comenzó a poner todos sus sentidos en las palabras de la anciana que empezaba a convencerle.

-          ¿De qué habilidades estamos hablando? – fijó sus ojos verdes curiosos en los de la mujer esperando una respuesta.

-          De la habilidad de aprovechar la propia energía de tu alma, y no solo leerla, sino expandirla fuera de tu cuerpo y utilizarla como barrera, ¿te parece lo suficientemente interesante joven? – se giro dándole la espalda y entrando en la caseta de cortinas moradas haciendo un gesto al monje, para que este la siguiera, y una vez que estuvo dentro asomó su cabeza entre ellas y volvió a dirigirse a él - ¿Ahora quieres entrar? – Kit, sin decir palabra se coló entre sus cortinas acompañado del gladiador, que sonrió a Agatha como intento de saludo.

-          Me llamaste la atención desde aquel momento que te vi en las gradas de coliseo – continuó la anciana – transmitías una fuerte energía con la mirada, superior a cualquiera que hubiese visto, todos los seres poseemos energía, somos cuerpos movidos por ella, pero la tuya querido, es equivalente a la de 5 seres juntos, realmente explosiva –  concluyó sentándose en una butaca a juego con las cortinas y cogiendo un trapo para disponerse a limpiar su bola de cristal, sucia y toqueteada tras aquel largo día – De ahí que tengas la suficiente para ver más allá de los cuerpos y cotillear las almas, cosa que a cualquier ser humano normal le dejaría exhausto.

-          La cosa comienza a ponerse interesante – indicó Dennis observando de lo más curioso.

-          Toda esta información me parece fantástica, pero muchas cosas no me cuadran, ¿Cómo es usted capaz de apreciar esa energía? – no se fiaba del todo de aquella mujer, debía de tener en cuenta que no todo el mundo tenía buenas intenciones.

-          Soy maga, no bruja, esto es tan solo una farsa para sacar dinero – declaró avergonzada. Aunque eso Kit ya lo suponía.

-          Y dime, Agatha, si es que ese es tu nombre – la mujer puso los ojos en blanco ante el comentario del monje y después continuó prestándole atención - ¿Cómo puedo expandir esa energía fuera de mi cuerpo?

-          Joven, Esté momento es crucial en el camino de un ser un mago, pues es la llave hacia todos los conocimientos, encontrar y aprender a "ver" las energías te abre la puerta a todos los poderes mágicos, cosa que los demás magos jamás conseguimos alcanzar, tú querido, ya la tienes abierta ahora es momento de aprovechar esto.

-          El problema es que yo no soy un ser mago, sino un monje – Agatha rió desconsolada – entonces, siervo de los Dioses escogiste muy mal tu camino- Eso Kit ya lo sabía, lo había sospechado en el templo, y averiguado una vez que salió de él y apreció la belleza del mundo, aunque no todo fuera luz y color, Teirak tenía su magia – Pero no te preocupes eso no hace que cambie nada, mago se nace, no se hace, y tú naciste así.

El joven monje comenzaba a impacientarse. Agatha era una mujer muy habladora y se iba por las ramas, ahora mismo él no podía pensar en otra cosa que en aprender a hacer barreras mágicas y poder proteger como siempre había deseado a aquella morena de piel blanca como la nieve.

-          Soy todo tuyo, enséñame – Agatha volvió a reír y a Kit incluso se le ocurrió la posibilidad de que ella estuviera engañándole tan solo para pasar un buen rato.

-          Valla, me siento alagada, la verdad es que tengo experiencia, ¿pero estas seguro de querer perder la virginidad conmigo? – El joven de ojos esmeraldas se atragantó con su propia saliva, tosiendo.

-          Por los Dioses Agatha, concéntrese en lo que la pido.

-          Ya lo hago – dijo ella sonriendo de una forma picarona, provocando centenares de arrugas. Kit echó la cabeza hacia atrás colocando sus manos en su rostro desesperado.

-          De a cuerdo, de a cuerdo, cuantas prisas – señaló – el truco para expandir tu energía fuera del cuerpo es concentrarte en ella con todas tus fuerzas hasta localizar el núcleo de esta, en tu interior y luego mediante la mente expulsarlo y colocarlo, haya donde quieras, inténtalo- Kit localizó con sus propios ojos la energía, el aura, y una vez lo hizo cerró los ojos con fuerza y luego imaginó como esta atravesaba la barrera de su piel y se colocaba en la mano, abrió los ojos y apreció satisfecho como la luz blanca que formaba su aura ahora se encontraba en la palma de su mano.

-          Ahora – continuó la anciana – imagínala tomando forma, en concreto una plana y circular, como la de un escudo. Kit así lo imaginó y pudo ver como aquella luz se transformaba en un escudo transparente, casi inapreciable, como un cristal.

-          ¡Vamos Dennis! - dijo el monje eufórico – ¡golpea la mano! ¡sin miedo! – El gladiador no parecía del todo convencido de la eficiencia de ese escudo, pero así lo hizo, lanzó con fuerza uno de sus puños hacia la débil y delicada mano de kit y ante la sorpresa de este, alcanzó verdaderamente su mano haciendo que toda esta y él se retorciesen de dolor. Kit gritó, le había parecido que incluso se le partía alguno de los huesecillos de su muñeca – mierda de escudo – maldijo.

-          Querido, escudos fuertes no se hacen de la noche a la mañana, debes practicar hasta fortalecer tus barreras y algún día, serán fuertes como el suelo de este pueblo.

-          Podías a verme informado – dijo Kit mientras Dennis le observaba la muñeca, triste por haber dañado a su amigo.

-          Parecías tan feliz, no quise robarte la alegría – dijo la anciana risueña.

-          Pues lo has hecho.

Se dispuso a salir de la tienda, al apreciar el tiempo que llevaban allí, se hacía tarde y era hora de volver al hostal con Rena y descansar. Se giró de golpe al darse cuenta de un detalle de buena educación que había olvidado decir.

-          Gracias Agatha – esta le sonrió tierna y él, educado, le devolvió la sonrisa.

Al correr las cortinas moradas cayeron en que la noche había llegado y aceleraron el paso. Estaban lejos del alojamiento donde dormían.

3 comentarios:

  1. Muy bueno, me encanto Bastian

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  2. Me ha encantado este capítulo Abie, la triada de Rena, Kiy y Dennis es fantástica, terminas adorándolos por la química que hay entre ellos y por lo particular de cada una de sus personalidades que se complementan como equipo. Bravo de verdad. Vas a ser una excelente escritora en este género Abie, yo sigo leyéndote cada vez con mayor gusto. Un abrazo!

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  3. ¡Hola Pierre! no te imaginas la alegría que me produce leer tu comentario. Doy brincos de alegría. Y es que es muy gratificante ver que algo que sale de tu cabeza, puede entretener a otros. Muchas gracias por tus ánimos, sin duda me animan a mejorar. Un beso!

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